miércoles, 25 de junio de 2014

Por qué todo esto

He decidido resucitar este blog tras algunos años. Como toda escritura que logro pergeñar, tiene un objeto meramente testimonial. Puede atribuirse por completo a mi egotismo, a mi afán por satisfacer mis más espurios y elementales instintos. Es una necesidad que, por algunos momentos, pienso que es vital saciarla y, en otros, una concesión vergonzosa al narcisismo, absolutamente prescindible, pero qué más da, ya estoy algo mayor para esos cuestionamientos de juventud. Hoy deseo ante todo dar cauce a mis impresiones, a las fotografías que tomo con las manos vacías, sin encuadre, enfoque o perspectiva, de lo que me acompaña en todos los paisajes que habito, para no sentir tan intensamente el mundo derrumbándose, sus paradójicas estructuras, sus sinsentidos inmanentes. Por momentos necesito un relato, un camino, un río, un puente, un destino, como aquel lejano hombre que, asombrado de verse fuera de la caverna, divisa la Vía Láctea y termina preguntándose por los dioses que la dibujaron. Como el hombre desde siempre. Aunque no es ingenuo prefigurar los fracasos, porque hombres muchísimos más sabios que yo los padecieron en carne propia, es un esfuerzo inútil pero sin alternativa, para recuperar al menos parcialmente ese lenguaje edénico, anterior a que el tejido terminara ajado, ahora ya no para erigir una epopeya universal, sino simplemente un relato personal, un sentido íntimo, y dar a los centelleos de la cotidianidad el cauce de las sinceras palabras, engarzados a los desvaríos, pecados y luces que nos revelan en ellas mismas como ciertos, verídicos, ciegos y videntes.

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